Diego Armada y Patrick Vilán son socios en la escuela de surf Patos y se acaban de unir al brasileño Mateus Lima para trabajar juntos en las paradisíacas playas de Salvador de Bahía. “Llevamos desde el 89 en Patos y el año pasado conocimos a un chico brasileño que estuvo trabajando aquí. Otro de mis socios, Patrick, tiene familia allí y desde hace tiempo planeaba montar algo en Brasil”, explica Diego si perder de vista a los niños y padres que llegan a la caseta de la escuela a mediamañana.
Los primeros sondeos en hoteles de la zona de Salvador no pudo tener mejor acogida y se lanzaron a expandir su propio negocio. “No sé si se le puede llamar multinacional”, se ríe mientras explica que la empresa creada en Bahía estará integrada en la española.
Patos Surf Brasil comenzará a funcionar el próximo mes de octubre y los resultados que ofrezca a lo largo de 2011 marcarán su futuro inmediato. “Tiene muy buena pinta, porque allí la oferta es muy limitada”, explica Diego Armada. El potencial de la economía brasileña los animó a emprender la nueva aventura empresarial y la respuesta turística parece que no les va a fallar.
“Disponemos ya de una casa en la playa de Ipaquimirín, a una hora de Bahía, un lugar famoso, un paraíso natural en el que desovan las tortugas y las palmeras llegan hasta la orilla”, añade. Las aguas cálidas ayudarán a que los visitantes se apunten a una actividad deportiva que actualmente no está nada explotada.
“Hay mucha tradición al surf en Brasil, pero no lo ven como un negocio y apenas existen escuelas de surf, pero nosotros nos centraremos en el sector turístico y a clientes que tan sólo dedicarán un día a practicar deporte”, argumenta.
Temporada de verano
Con un microbús recogerán cada día a un máximo de veinte personas en los hoteles de la zona y los trasladarán a la playa para disfrutar de una jornada de iniciación al surf. Los precios rondarán los 50 euros y ya están en contacto con touroperadores para poder ofrecer sus servicios desde el país de origen.
Diego, Patrick y Mateus harán turnos de tres meses para dar clases, aunque contarán también con otros monitores. “Es una forma de trabajar totalmente diferente a como lo hacemos en Galicia, aquí tenemos cursos en invierno mensuales, con clases posteriores de perfeccionamiento o entrenamiento, mientras que allí ofreceremos jornadas”, aclara.
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